1. Convéncete de que quieres cambiar
Una de las mejores maneras de empezar a cambiar es decidir que ya no quieres que algo forme parte de tu vida. Ya sea porque no te está haciendo feliz o porque ves que va a destruir tu futuro. Haz una lista de todas las cosas negativas que te está aportando el estar en la zona de confort y otra lista de todas aquellas cosas positivas que te va a aportar el pasar a la zona de crecimiento. Escríbelo o grábalo en un audio en el móvil y escucharlo cada vez que lo necesites.
2. Prioriza tus primeros pasos:
El primer paso para un cambio efectivo es centrarse en una o dos cosas que quieras mejorar.
Mantén el cambio simple. Concéntrate. Los primeros pasos están destinados a empezar a crear confianza, no a cambiar todo de la noche a la mañana.
3. Identifica el miedo
El miedo es como una pared gigante que nos impide crecer y alcanzar nuestros sueños.
Antes de que podamos superar el miedo, debemos entender cuáles son y trasladarlos a nuestra mente consciente.
4. Busca soluciones
Siempre hay una solución para un problema bien definido. Por lo tanto, si definimos el miedo, y luego buscamos soluciones para atravesarlo, nos hará más sencillo el localizar los recursos y las herramientas que necesitamos.
5. No hay que intentarlo; solo hay que hacerlo
Mediante la acción se sale de la zona de confort. Y, cuando lo que se te hacía incómodo o difícil, se convierte en algo con lo que ya estás más cómodo o familiarizado; es hora de hacer más.
Recuerda, cuando dejes tu zona de confort, no encontrarás peligro, sino la zona de aprendizaje.
Una vez más, concéntrate en ganar impulso. Pronto, esos pasos se irán acumulando y se harán visibles.
6. Concéntrate en la ganancia, no en la brecha:
Cuando miras demasiado lejos, te concentras en el futuro y dejas de apreciar lo que pasa en el aquí y ahora. Si te enfocas en la brecha te desanimarás. Céntrate en los pequeños pasos que te acercan a tu objetivo.
7. Encuentra el equilibrio
Vivir fuera de tu zona de confort todo el tiempo puede ser contraproducente. Entrenar la mente, como en los deportes, requiere no sólo esfuerzo, sino regular tu ritmo para encontrar uno que puedas mantener en el tiempo.
8. Alterna las intensidades
Para obtener mejores resultados, mezcla la intensidad y la frecuencia de los desafíos.
9. Sé constante con tu entrenamiento
Ampliar tu zona de confort requiere dar múltiples pasos para lograr resultados duraderos.
Desde un punto de vista fundamental, así es como se produce el crecimiento real. Así es como pasamos de ponernos nerviosos al hablar en público delante de 6 personas a hablar ante un público de 6.000 personas. Al centrarnos en dar un pequeño paso adelante y aprender todo lo que podamos de cada paso/experiencia (sin dejar que el ego se interponga), podemos seguir empujando nuestra zona de confort y zona de aprendizaje cada vez más lejos y pasar de hablar a un público de 6 personas, a 16 personas, a 60 personas, a 600 personas, a 6.000 de una manera cómoda. Esto, por supuesto, es cierto para cualquier otra área de nuestra vida que queramos crecer también.
Piensa en tu zona de confort como una banda elástica. Si la estiras de repente, podrías ser engañado por su aparente forma más grande. Una vez que sueltes la banda elástica, no solo volverá a su forma original, sino que puede golpearte.
El hacerlo día a día hará que el abandono de tu zona de confort sea un hábito y por lo tanto cada vez será más sencillo.
Conclusión
El consejo es simple: céntrate en hacer pequeños progresos diarios.
Si aspiras a pequeños avances, no te agotarás. Hacer un progreso continuo generará impulso; así, construyendo confianza y ayudándote a enfocarte en el éxito continuo en vez de en la «brecha del cambio».
Cuando te despiertas por la mañana, identifica lo que quieres mejorar, determina cuál es el pequeño cambio que quieres generar para avanzar en tu vida.
Construir nuevos hábitos o dejar ir los viejos, nunca es fácil. Tratar de dejar de fumar durante la noche suele ser un enfoque ineficaz. Reducir el número de caladas por cigarrillo o la cantidad que enciendes en un 10% (diariamente o semanalmente) hace que el objetivo sea más alcanzable.
El impulso no es solo ganar velocidad; es cuando tu preparación empieza a tener sentido, tu esfuerzo se hace visible en forma de logros. El impulso es una sensación gratificante y alegre.